sábado, 19 de diciembre de 2009

MESSAIEED, DOHA

Regresé antes de ayer de un viaje de trabajo que hice a Doha, Qatar. He estado seis días que me han cundido enormemente. Empezando por el avión, viajé en business con Qatar Airways y fue simplemente espectacular. No he viajado mucho en business pero esto es otra galaxia, empezando por el champán. Tuve como compañeros al ex-futbolista Hierro y el presidente de la federación, Villar, que estaban en viaje de promoción de la candidatura de Qatar al mundial de fútbol 2022. Una verdadera locura porque lo primero que te marca de Qatar es el calor. En pleno diciembre, con heladas por todo el mundo allí estabas como en verano en el norte de España, es decir, en la gloria. No quiero pensar lo que puede ser un mundial en pleno verano con partidos a más de 50 grados.
Pero a lo que iba es al motivo de mi viaje. Fui a promover la recolocación de algunos de los trabajadores extranjeros que Iberdrola tiene contratados en una mega-central que está construyendo allí.

Indios, filipinos, mexicanos, pakistaníes, etíopes y también españoles claro. Cualquier cosa menos qataríes. Ellos no trabajan. El sistema de organización de su país les concede un alto salario vitalicio simplemente por nacer y ser qatarí puro, es decir hijo de qataríes. Además les dan tierras, inmuebles, participaciones empresariales, todo ello sin posibilidad de venderlo, solo de administrarlo y sin poder salir del país. por mucho tiempo Los qataríes forman el 20% por ciento de la población y poseen un rango de superioridad ante cualquier extranjero. Ante cualquier conflicto su palabra vale más que la tuya y hay que guardarse de no entrar en ningún tipo de conflicto con ellos. Van vestidos de blanco con unas túnicas y camisas de la mejor seda, impolutas y llevan relojes, bolígrafos y gemelos de oro. Son claramente reconocibles. Las mujeres todas de negro y cara tapada.
El resto allí somos de alguna forma esclavos, de mayor o menor rango pero al fin y al cabo mano de obra que traen para gestionar sus empresas, ejecutar sus proyectos, trabajar como empleados en las diversas compañías públicas y privadas o constituir la clase trabajadora de más bajo nivel, obreros, sirvientes etc... Todo esto han conseguido montar en 38 años de historia desde su independencia en 1971 y especialmente en los últimos 20. La parte más alta de la escala la componen los ingleses, americanos y libaneses que gestionan los grandes bancos y el petróleo. Luego occidentales europeos en buenos puestos de managers. Después hay ingenieros y otros trabajadores de países limítrofes; así hasta llegar a la masa obrera sobre la cual se asienta todo y que viven hacinados en barracones, con 100 euros al mes y un plato de arroz al día. Verlo para creerlo.
Realmente es curioso y a la vez patético que exista una sociedad así pero es lo que hay. A cambio existen todo tipo de lujos y comodidades para los ciudadanos occidentales que acuden allí en buenos puestos de trabajo; muy buenos restaurantes, buenas instalaciones deportivas, sanidad muy competente, seguridad absoluta, buenos colegios y universidades etc, etc... pero no parece suficiente, al menos no me lo parece a mí, porque dudo si la gente europea que vive allí es feliz. Yo creo que no, y que se echa de menos las cosas básicas de la vida, la familia, los amigos, salir al monte, pasear,... cosas que no pueden ofrecer los qataríes, por mucho petróleo y gas que tengan.

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